miércoles, 29 de julio de 2009

Los miércoles por la mañana de verano suelen ser todos iguales, tan iguales como las noches de los martes o de cualquier otro día de un verano que nunca existió. Imágenes cálidas de frías madrugadas de invierno que intentan colarse en la cabeza, y no lo van a hacer, porque no es momento ni lugar para acordarse de cómo se derretían los copos de nieve desde la nariz hasta el labio inferior. Sólo una gota de sudor azul intenta hacer lo mismo, pobre.

Van treinta y dos, y es que al fin y al cabo, un martes por la noche tiene el mismo sentido que todo un mes que se aleja o que escapa de la mejor manera que pudo, entre tazas de café donde apoyarse, miradas al suelo, encuentros con ojos que tampoco saben a donde mirar, almohadas vacías y abrazos necesitados de brazos, incluso de besos, de esos besos a tientas que saben a juego.

Un verano que se disfraza de abril.

Eso o saber lo que quiero

1 comentario:

To do is to be dijo...

Para saber lo que quieres, lo mejor es preguntarse: que quiero? o pensar en algo y preguntarte: lo quiero?
.....y por eliminacion llegaras a lo que quieres.
Yo quiero.......una orxata.