lunes, 22 de junio de 2009

Se empezó la cuenta atrás desde Sicilia prácticamente, cuando perdí la noción del tiempo, las formas, horarios y la capacidad para digerir el alocohol y la inexistente comida. Los últimos días en italia me están matando, se vive deprisa y sin tiempo para pensar cuanto tiempo más me quedaría aquí. Y voy a dejar de intentar cambiar la situación pensando "no puedo seguir con este ritmo" porque en pocos días se acaba y el ritmo volverá inevitablemente. La idea de hacer la maleta me mata. La idea de las despedidas me hunde. Las escaleras son mías, la plaza, la pizza, el tabernello, el amaro, los chupitos de limoncello, las fumadas perfectas, nuestra propia "trinacria española", las cenas calabreresas, mis amores puglieses y un sanbenedettese que se coló sin avisar, todo fluyó. Todo fluye un lunes a las cuatro de la mañana. Mañana examen. Paredes con secretos. Lágrimas que explotarán, porque aún no me creo que sigamos con la concepción de infinito cuando siempre se ha tenido que ver como una acción con principio y final. Después continuará. Después de dormir. Tengo cuatro horas para el siguiente café. Italia me mata, y me enamora.

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