viernes, 14 de agosto de 2009

La chica del vestido azul
aquella que estaba cansada de correr,
decidió empezar a pasear,
o a serpentear,
o a escalar,
o a volar,
o a besar.
Se trataba de dejar una huella, un rastro. Se trataba de dejarse encontrar.

Y aquel chico llegó cargado de imaginación.
De historias. De huellas.

Ella lo miraba de frente, sonriente, feliz.
A veces de reojo.
A veces callada.

Es como un duende que nunca duerme pero todo lo llena de sueños.
Es como alguien a quien quieres tener siempre cerca.

Y cuando digo siempre, es siempre

2 comentarios:

pescador o feriante dijo...

Me alegro mucho de que la chica del vestido azul haya dejado de correr, asi el duende podra seguir llevandole sueños

formas y colores dijo...

y siempre sera siempre