miércoles, 14 de octubre de 2009

Entonces estaba fregando los platos, y ellas en el salón hablaban de arquitectura, a él no se le escuchaba. Pensaba en el valor de aquella escultura sin mensaje y en aquella conversación que tuvieron en el bar pequeño de calle Elvira. Hubiera sido muy distinto si en el momento hubiese dicho lo que pensaba mientras fregaba los platos. También hablaban de danza, de sonido y de sensaciones. A una de ellas le encantaba el espectáculo, a mi me gustaba escucharla desde la cocina. ¿y para que sirve esa escultura? - para generar una emoción. ¿pero para que me sirve? - para que el ser humano no muera.

(en el intento de ser humano)

Calle Elvira solo es para unos pocos.
El flamenco también.

Como todo.

2 comentarios:

josep dijo...

Me hubiera gustado ver el flamenco, aunque fuera verlo por una mirilla a la que no llego.

sarita dijo...

me pido las dos------ ai