martes, 22 de diciembre de 2009

A veces temo quedarme solo en persona. Vestida de toda aquella amalgama de cosas que me hacen ser solo persona, o en su defecto desnuda cogiendo un paraguas rojo, con sus absurdeces y palabrerío necesario para sonreír lo más a menudo posible. Encontrando pequeños terrones de felicidad en baldosas de la calle, o en el papel higiénico, o en el fondo de la bolsa de las legumbres, da igual. Porque al fin y al cabo el ser humano es correcto. Habla correcto y piensa correcto. Es entonces cuando te entienden. A lo mejor la perfección se encuentra en la manera de arrugar la almohada cuando duermes, o en la minuciosa perfección para encontrar el punto justo en la rareza. Esa extraña perfección para follarme lo correcto y que ahora sea correct.o y bonito. Algunos dicen que es raro, pero a mi se me siguen olvidando poner las eses al final de las palabras cuando escribo, el hoyuelo de mi labio superior se pronuncia cada vez más y la manera de pensarte de todas los modos y formas posibles resbala hasta llegar al ombligo, cada mañana y cada noche, temiendo que nadie busque dentro del ombligo, porque sea solo ombligo.

1 comentario:

Aqui assegut dijo...

La perfeccion puede estar en dejar la ropa en la silla