jueves, 1 de abril de 2010

Y hoy quizás se deshilachan las voces, siembra el pánico y vuelve la locura como cuando vuelven aquellos pétalos de margaritas sueltos en una tarde absurda, de pánico y duda. Esos días deberían estar prohibidos, deberíamos follarlos con fuerza y escupir para que no quieran volver. Al fin y al cabo huyen, y ella mira detrás de la persiana esperando otro día, otro que no le asuste, que no le haga llorar.

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