jueves, 19 de febrero de 2009

Dices que es la única historia que empieza bien y acaba bien,

para mí, es una de tantas historias que empiezan bien y acaban jodiéndote por algún sitio, es inevitable.

Es inevitable pensar que he perdido el lugar, necesariamente caemos en sitios que al poco tiempo se reconocen y son tú, tu manera de despertar, de lavarte los dientes, de preparar café o de reir, o te das cuenta de que solo estas de paso, y que todas esas cosas se hacen de paso, se hacen porque hay que hacerlas, simplemente,

y en esos lugares de paso dificilmente puedes mantener historias cosidas a un futuro. Se cosen en la boca, en los besos, en la cama, en los brindis o en guerras nocturnas, de sexo y alcohol que tienen un fin, pongamos las semana que viene.

Y ahora todo funciona, sara también se ha dado cuenta, por algún motivo ahora todo gira y nos movemos con ritmos parecidos,
volver a perder a el compás, volver a buscar el que quedó latente, volver a buscar risas rojas, naranajas y azules, miedo a no encontrarlas, ojos que se abren, y oidos ásperos escuchando con suerte el viento o la lluvia de fuera.

Y anoche me quedé dormida con un cuento tatuado en mi oido, un tatuaje italiano, el más dulce y tierno pinchazo con sangre a punto de inundar los ojos,

no me jodas y me digas que es la única historia que acaba bien

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