sábado, 2 de mayo de 2009

Nunca me gustó dejar las cosas en manos de la casualidad, o de los encuentros que se hacen repentinos cuando menos los esperas. Pero cuando ocurren pienso que así es como deberían funcionar las cosas, llenas de encuentros que estaban previstos pero que caminas a tientas. El problema es que a mi solo me gustaba buscarte a tientas sabiendo que no me perdía. Cruzar la calle de noche y verte desde lejos dentro del coche, con el cigarro recién encendido, y me seguías con la vista hasta que encontrabas la mía y mirabas hacia abajo.
Empezaremos con los encuentros,
con el café con hielo
con las noches cálidas
el roce estudiado
las sonrisas a medio hacer
y las miradas tristes
las noches desencontradas en la calle
y camas vacías
bocas con alcohol que no se mezclan
y tu lengua con sabor a montenegro inventado
cosquillas ásperas en la planta de los pies
y manos que no se pierden por debajo de tu pantalón

Seguimos siendo artificios.

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