lunes, 1 de diciembre de 2008

coincidencias

De pequeña sabía, debido a las continuas repeticiones de mi padre, que no podía andar con los cordones desatados, ni pisar los charcos, y mucho menos saltar en ellos. Ni cruzar la calle corriendo con el semáforo en rojo, ni meterme las mandarinas enteras en la boca. En mi cara se formaba una pequeña mueca apretando los labios, con los ojos muy abiertos llenos de curiosidad.

Esto lo escribí anoche… porque me apetecía indagar en esos recuerdos sin saber muy bien por qué. De repente hoy me he visto con un bombón entero en la boca, y con pequeñas gotas de agua en los zapatos que me salpicaban de un charco. Y pensaba ¿llegué a publicar esta entrada? Al llegar a casa he visto que no.

Quizás me veo más tarde cruzando corriendo un semáforo en rojo.

Pero en Perugia no hay semáforos, ni luces rojas. Y en mi cara se forma una pequeña mueca apretando los labios, con los ojos muy abiertos llenos de curiosidad.

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