martes, 20 de enero de 2009

El olor de la facultad siempre será el mismo, con sus paredes manchadas por el roce de los cuadros, la pintura en el suelo, las gotas que patinan por las taquillas, las huellas que dejaron los pinceles húmedos, paletas al lado de los caballetes, tan inservibles unos como otros, camisetas grandes, manchadas, con dedos de azules, que garantizaban un respiro de felicidad, tinta en las manos, cuadros apilados, secretos en la cafetería, risas de lluvia y de sol, olor a resina en el coche.

Anocheció, caían copitos de nieve, pero sin llegar a ser nieve, hacía frío, ni más ni menos, solo el propio frío de Granada en esta época. Pensaba. El interior de su nariz volvió a marcar el camino para que llegara todo el olor a resina hasta sus pensamientos, y los envolvieran en una especia de pasta, un espesor que ralentizaba la fluidez de aquello que nunca tuvo un ritmo acertado. Y que aún así, el ritmo no cesaba. Pero no sonaba a nada.

Siempre tendrá el mismo olor, y color, si, seguramente sí.

1 comentario:

Sara sagapó dijo...

Todo seguirá igual.
Sí, tal vez.
Tal vez tan solo cambien la forma en que nosotros lo queramos ver.
TAl vez cambiamos nosotros. Nos deshacemos con el olor a resina. Nos manchamos con pintura nueva.
Tal vez.