miércoles, 1 de abril de 2009

Entrelazar los dedos, pintarse ojos en la barbilla, o en la mano, aplastar la cara contra un cristal, cerezas que sirven de pendientes, ver como caen las fichas de dominó, mirar a través de una gafas, crear un sonido con el filo del vaso, o con un trozo de globo, beberse toda la leche con una pajita, recortes con papel, hacer vibrar los oídos, quitar el pegamento de las manos, soplar una cinta en espiral, rodar una moneda, o comer de los dedos…

Las películas siempre tendrían que verse así –incluso la nuestra-, igual que el amaro se tendría que beber en un bote de zumo, los abrazos deberían ser siempre importantes, incluso los que se dan después de tres días, con el mismo c/a/olor, como si hubieran pasado largos y largos meses, de aquí a allá hasta que llega, y tú sin saberlo… aparecen incluso después de creer que habían aparecido, y si sigue su curso, aparecerán dentro de un tiempo, y así.

Soy la peor mintiendo, pero hoy prefiero quedarme en casa, y hacer como que no pienso en que estoy mintiendo. – y que no quiero que sea así nuestra película, o secreto, ya hasta me da igual como lo llames-

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