sábado, 15 de noviembre de 2008

Es increíble cómo el vello de la piel se eriza en el momento en el que somos partícipes de algún descubrimiento, pero la sensación de re-descubrimiento… me mata. Volver a re-inventarse, a re-conocerse, a conocerte, a despertar células muertas, tejidos inservibles, órganos que empezaban a deteriorarse…
De repente, en medio de la noche un motor se enciende para reanudar la marcha. Sabor a cerveza, vino y plomo.

Y me escondo detrás de unos ojos de gata, me descubro con sonrisas, que se me han escapado todo el tiempo, jugando con piezas de un puzzle que encaja perfectamente
- encaja- perfectamente- maravilloso.

Me duermo ronroneando a tu alrededor, buscando el sitio más calentito, te enredas con mi pelo, me pierdo en tu olor… que quiero guardarlo en un trocito de plástico que he encontrado.

Aún tienen que pasar mil años hasta que te vuelva a ver.

Aún así, Perugia se ha levantado con otro color, se ha levantado con sueño, pero feliz, con frío, pero increíblemente bonita.

No hay comentarios: